Cambiar de trabajo es uno de los procesos más complejos que tiene que afrontar un profesional en su vida laboral; y no necesariamente significa partir de estar desempleado, pues se puede desear migrar a otra posición dentro de la misma empresa o quizás proactivamente querer cambiar a otra empresa.
Nuestra experiencia manejando procesos de reclutamiento, nos ha llevado a definir algunas premisas de gran utilidad. Son puntos de partida muy lógicos y que las personas olvidan en el momento de hacer una transición laboral.
¿Por qué olvidan lo más lógico? Hay una razón por la cual las personas olvidan lo que es obvio, y es que en el momento que afrontamos ese momento, se dispara lo que se conoce como una “distorsión mental”, y esa hace que nos bloqueemos, nos sentimos sobre preocupados, pesimistas y a veces paralizados.
Por ello recomendamos considerar 6 premisas clave:
Esto no es un evento, es un proceso.
La transición laboral no es un evento es un proceso; Y cuando nosotros vemos un hecho como un proceso y no como un evento, entonces ya lo vemos en un contexto de tiempo, ya no lo vemos como un instante sino como un contexto más amplio. Con pasos, acciones, etc. Usualmente la transición laboral puede tomar aproximadamente entre 3 a 5 meses dependiendo del nivel al cual se encuentre, así como de otros factores.
Por lo tanto si hoy estás comenzando en la búsqueda de trabajo lo más probable que en 5 meses tengas un trabajo, si obtienes el trabajo antes de los 5 meses entonces suceden dos cosas; o tuviste una muy buena estrategia con un componente de suerte o te apresurarte tomando una decisión equivocada.
Si lo obtienes en más de 5 meses entonces no te organizaste bien con el proceso de búsqueda del trabajo o tuviste mala suerte.
Al ver esta transición como un proceso debe haber y cumplirse hitos, debe haber un comienzo, debe haber un final en la transición, y evidentemente en un proceso hay altas y bajas.
Desde el punto de vista de la perspectiva humana y de las emociones, este proceso es una montaña rusa de emociones, que nos pueden detonar algunas cosas que facilitan o habilitan y otras que pueden inhibir u obstaculizar a lo que puede ser un proceso fluido de transición laboral.
Buscar trabajo es un trabajo
Si yo estoy buscando un trabajo necesito dedicarle tiempo, invertir energía. Es necesario empezar temprano, documentar el avance e ir ajustando la estrategia para conseguir avance. Es un proyecto.
Es la oportunidad de ajustar la brújula profesional
Si lo vemos desde el punto de vista positivo como efectivamente termina siendo, una vez que ya hacemos un análisis pasado el tiempo, la transición laboral es una extraordinaria oportunidad de ajustar la brújula profesional.
Uno de los principales errores que vemos en los gerentes o en los talentos o en los líderes cuando hacen la transición laboral es ponerle demasiado estrés, a que debo conseguir trabajo en cierta cantidad de tiempo.
La recomendación es que el instrumento de medición más importante en la búsqueda de trabajo no es el reloj, es la brújula.
No es saber en cuánto tiempo yo consigo un trabajo, sino a donde dirijo mi destino profesional y como me aseguro que ese destino profesional está maximizando mis competencias, mis habilidades, mis actitudes y me está llevando al lugar laboral en donde yo financiera, social e intelectualmente estoy llegando al nivel y a la posición que yo quiero llegar.
Sin red profesional, no hay CV que ruede
Muchos se enfocan en construir su currículum y hacen un resumen muy bien en las redes sociales. Particularmente pienso que hay una excesiva morbosidad en torno al currículum.
Sin red profesional no hay currículum que ruede. ¿Para que construimos un auto rápido si no tenemos una autopista, ni mucho menos una carretera para poder ponerlo en circulación?
En vez de acariciar 75 veces tu currículum, piensa 75 veces quien pudiera ayudarte en tu red profesional en buscar trabajo.
Uno de cada seis trabajos, lo consigue alguien que tú en este momento conoces, diez de cada diez trabajos son conseguidos por alguien o qué bien tú conoces o alguien que conoce un conocido tuyo.
Entender cuál es tu propuesta de valor.
Nuestra propuesta de valor es la mezcla de conocimientos, experiencias, habilidades y actitudes, que en forma efectiva traemos a la mesa. ¿Cuál es ese octanaje que nos mueve y hace efectivo y que son el producto acumulando de las posiciones anteriores?
¿Cuáles son esas habilidades que yo tengo para manejar proyectos, para liderar equipos, para crear emprendimiento, para hacer análisis financiero, etc. Y cuáles son las actitudes que destacan en mi forma de comportarme, desde la empatía, la comunicación, etc.
La propuesta de valor es mía, es esa propuesta única que pertenece a mí y que yo me voy a sentir cómodo, no solamente comunicando sino también honrándola en el momento que consiga un trabajo.
Sin una buena narrativa, no hay historia que valga
Finalmente, sin una buena narrativa no hay historia que valga. Entonces puedes tener una propuesta de valor buena, puedes tener una buena historia que contar a un potencial empleador, pero si no la estructuras como un “discurso de elevador”, que sea poderosa, entonces no va a llegar a nadie.
No es lo mismo haber participado en cuatro proyectos de construcción en el sector energético y decir: “Yo estuve trabajando en varios proyectos de torres eólicas, en la empresa tal y cual”.
Muy diferente es que te escuchen decir: “Yo fui quien lideró el proyecto solar más importante de los últimos años, y que permitió transformar la matriz de energía de ese país. Así mismo los conocimientos que adquirí y las experiencias que tuve confirmaron una pasión para trabajar en el sector de energía y en base a eso yo sé manejar proyectos, equipos complejos e implementaciones de altas inversiones de capital.
Una propuesta de valor, con una buena narrativa, apoyara sin duda tu proceso de transición laboral.